El fin de semana pasado después de una búsqueda de casi 40 minutos en distintas plataformas de streaming, terminé por ver (una vez más) un capítulo de The Office.
No me mal entiendan, amo The Office y no tengo nada en contra de las personas que reviven sus series favoritas, sin embargo, terminado el episodio me puse a reflexionar sobre mi comportamiento como audiencia. Siendo sinceros, terminé viendo lo mismo de siempre no porque no hubiera nada que valiera la pena en streaming, fue porque fui demasiado perezoso para enfrentarme a algo nuevo.
En la actualidad tenemos cientos, quizá miles de opciones a nuestro alcance (obviamente aquí hablo desde mi burbuja de persona que tiene la fortuna de poder acceder a varias plataformas de streaming) y habitualmente decidimos consumir aquellas cosas que no nos darán sorpresas (ya sabemos que nos gustan y nos rendimos ante esa comodidad).
¿Pero qué tiene que ver esto con Jafar Panahi?
Hace algunas semanas se estrenó en la plataforma de Mubi Taxi Teherán, película de Panahi muy al estilo del cineasta iraní, que combina ficción/documental/comedia/drama; en la que el director se monta en un taxi para transportar a distintos personajes y en la que se reflexiona de forma naturista y natural sobre la forma en que se crea y consume cine en el país de medio oriente.
Durante sus viajes, Panahi charla con un vendedor de "películas piratas" que habla de cómo este es el único medio (literal) para que las personas en Irán puedan acceder al cine alejado del Estado. En otro viaje, podemos ver una conversación con una abogada que se especializa a defender a artistas perseguidos por el gobierno (una práctica que ya se podría calificar como una "caza de brujas sistemática").
En países como Irán, tener "a la mano" la cantidad de películas y series que en México tenemos es impensable.
Desde la cárcel
A la fecha, Jafar Panahi ha realizado cuatro películas con la bestia pisándole los pies. This is not a movie, Taxi Teherán, Tres Rostros y su más reciente trabajo No Bears (presentado en el Festival de Venecia 2022), fueron filmadas a escondidas y representan un esfuerzo casi sobrehumano por seguir haciendo cine, una declaración de principios deslumbrante y conmovedora.
En su excelente artículo "Balada Triste del Cine Iraní", Lucía M. Canabelas describió la labor de las y los cineastas de Irán de forma inmejorable:
"Hablar sin abrir la boca, mover la cámara con las manos atadas, contar una realidad distorsionada por la propaganda... sin contarla".
No dejaré de ver mis películas y series de siempre, es probable que en ocasiones me rinda ante la nostalgia de ver las cosas que me hicieron feliz de joven, sin embargo, de hoy en adelante antes de decidir qué ver, pensaré en Pahani y los cientos de directores y directoras que luchan por traernos cosas nuevas a las salas de cine.
El pasado julio los directores Mohammad Rasoulof, Mostafa Al-Alhmad y el propio Panahi fueron encarcelados por la autoridades iraníes alegando "crímenes por realizar propaganda en contra del gobierno".
Panahi fue sentenciado a 6 años de prisión.
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